La sustancia, dirigida por la francesa Coralie Fargeat y protagonizada por Demi Moore y Margaret Qualley, cuenta la historia de Elisabeth Sparkle, una estrella de televisión que al llegar a la madurez y ante la amenaza de ser reemplazada por una mujer más joven, se somete a un tratamiento clandestino para generar una mejor y más joven versión de ella misma.
Elisabeth Sparkle (Demi Moore) alcanzó la fama de muy joven. Acostumbrada a películas, flashes, paparazzis, gritos, halagos, fans y hasta una estrella con su nombre y apellido en las calles de Hollywood, hoy es la cara visible de un programa televisivo fitness muy exitoso. Pero al escuchar rumores en los pasillos que amenazan con retirarla de su carrera para reemplazarla por una mujer mas joven, mas linda y mas fresca, su mundo entero parece derrumbarse de pronto.
Tras tener un pequeño accidente, en la clínica donde la tienden se encuentra con una misteriosa propuesta: la sustancia. Se trata de un tratamiento clandestino y muy extraño que promete generar la mejor versión de ella: más joven, más bella y más perfecta. Parece ser la solución perfecta para su problema, y luego de considerarlo un poco, decide ir tras la sustancia, un líquido de color flúo con un manual de instrucciones muy elemental, que tras inyectarlo en su cuerpo, engendra a Sue (Margaret Qualley), una joven bella y hegemónica que, tal como en un nacimiento, sale de la espalda de Elisabeth que se abre en dos para darle vida a su “mejor versión”.
La promesa de esta sustancia es cumplida a la perfección, Sue representa para el público y para la industria lo mismo que Elisabeth supo ser en su juventud, un cuerpo joven, terso, que emana deseo y belleza, robandose absolutamente todas las miradas, por lo que no tarda ni un día en conseguir el papel protagónico en el reality fitness, del que invitaron a retirarse a la vieja estrella. Todo parece estar ocurriendo tal como fue planeado, el manual de este extraño tratamiento es claro: la original y la nueva versión deben intercambiar cada 7 días sin excepción. Durante la semana que una sale a la vida, la otra permanece dormida, y viceversa. Pero Elisabeth no contaba con que Sue tuviera su propia sed de fama, atención y brillos, y que no fuera tan fácil respetar el tiempo indicado. Así es como lo que parecía ser la respuesta a todos los problemas, se convierte en una lucha extrema de ambas mujeres, por, nada mas ni nada menos, que la existencia.
La sustancia es la segunda película de la directora Coralie Fargeat, y quizás la película más polémica y nombrada del 2024. Las opiniones tanto de la crítica como del público ha sido variada, pero se trata de un film que da que hablar, que provoca sensaciones y que invita al intercambio y a la reflexión. Además de haber sido premiada por los festivales europeos de cine en los que fue exhibida, fue declarada como la película más sangrienta jamás presentada en la Competición Oficial del Festival de Cannes.
Es difícil encasillar en un único género a esta obra, ya que toma elementos de ciencia ficción, terror, horror, gore y drama para construir una profunda sátira sobre la presión a la que se ven sometidas las mujeres para ser parte de estándares estéticos inalcanzables impuestos por la industria del entretenimiento y perpetuados por la sociedad en su conjunto.
Es muy interesante la manera en la que Fargeat logra materializar esta angustia, ansiedad, obsesión e impotencia que atraviesan las mujeres, explorando los terrores físicos del cuerpo mismo y también los miedos constantes atravesados por una idea hegemónica de la juventud, la belleza y la permanencia.
Se trata de una película agobiante y horrorosa en todo momento, que llevan al espectador a colocarse en un lugar de identificación y de pena en partes iguales. Es destacable la forma en la que se logra un clima asfixiante y desagradable en las escenas de mayor “horror físico” en el que se ven cuerpos deformes, fluidos, y formas monstruosas, tanto como en las escenas que a simple vista uno podría considerar más “soft”, como aquellas en las que Elisabeth se prepara para ir a una cita, y acude al espejo más de 5 veces para revocarse una y otra vez, por jamás quedar convencida con la imagen que el espejo le devuelve, al punto tal de desistir de la cita y quedarse tirada llorando con todo el maquillaje corrido. El vacío y el dolor con el que carga el personaje es tan profundo, que resulta aún más monstruoso que lo monstruoso en sí.
El trabajo integral del film es excelente, una historia bien contada y bien mostrada, que se sirve de estilos y referencias que han hecho grandes al cine, como las secuencias de montaje con planos detalles y sonidos absorbentes de Darren Aronofsky en Réquiem por un sueño, la composición escénica, colores y texturas de Kubrick en El resplandor, el detalle de que tanto en Alien como en La sustancia el “engendro” nace de la espina dorsal de los personajes, entre otras acertadas referencias e inspiraciones que ha utilizado la directora para construir el peculiar universo de esta película.
Por último, y no menos importante, es pertinente destacar el enorme trabajo actoral que recae sobre Demi Moore y Margaret Qualley, las dos protagonistas que engrandecen con sus interpretaciones a este llamativo guión. Moore logra capturar a la perfección la mezcla de desesperación, rabia y resignación de una mujer obsesionada con su apariencia, moldeada por una industria y un sistema que la creó y al que hoy no le sirve, y la rechaza. Se trata de un personaje trágico, dramático, totalmente captado por su extrema y oscura obsesión que es mucho más grande que ella. Del otro lado, una Margaret Qualley irreemplazable, que viene a cumplir con la perfección que su personaje demanda: joven, increíblemente hermosa, con un cuerpo que tiene “todo donde debe estar”, deseada por absolutamente todos. Es el producto que la sociedad desea y que viene a complacerlos: simpática, sin peros, festiva, una promesa de éxito, y sin arrugas.
La sustancia es una película fundamental, de aquellas que dejan al espectador afectado, asqueado y abrumado luego de verla. Y que cuando el flash abrupto de emociones decanta, invita a una profunda reflexión sobre el mundo en que vivimos, los mandatos sociales y la naturalización del horror. Disponible en la plataforma MUBI y en todos los cines.